La Crianza en Equipo no es un concepto uni-talla, no es un término legal, ni una receta que tiene el mismo resultado para todos. Cuando nos sentamos a conversar con madres y padres separados, escuchamos que aunque comparten ciertas realidades con otros padres, ansían lograr un camino propio. Un camino que se ajuste desde lo interno hacía lo externo, a la realidad particular del padre, de la madre, y de sus hijos.

Cuando evaluamos la importancia de trabajar una Crianza en Equipo, identificamos 4 pilares importantes, que a continuación les compartimos.
1. LOS HIJOS EN El CENTRO DEL ESFUERZO COMÚN.
“Yo quiero lo mejor para mis hijos”, “solo quiero que ellos estén bien”, “quiero asegurar que no tengan problemas a futuro”, “me preocupa lo que puede suceder si yo les hago falta”.

Estas son las frases que frecuentemente escucho cuando me siento a conversar por primera vez con clientes sobre sus necesidades al momento de planificar su proceso de separación o divorcio. La realidad es que usualmente los padres tienen a sus hijos presentes como enfoque principal. Sin embargo, a medida que la conversación avanza otros temas suelen también salir a relucir.
Faltas de comunicación, traiciones, palabras o actos que rompieron vínculos de confianza y respeto, miedos, dolores, rabias, preocupaciones. Como seres humanos, no podemos desasociarnos de las emociones que trae consigo la ruptura de un vínculo emocional. Están ahí latentes, y aunque haya un deseo de mantenerlas en segundo plano, a veces nublan la primera prioridad que citamos que es el bienestar de nuestros hijos.
En el fondo, los hijos SI SON LA PRIORIDAD, y terminada una relación emocional, suelen convertirse además en nuestro motivo de vivir y nuestra fortaleza. La Crianza en Equipo tiene por objetivo mantenernos enfocados en esta realidad. Nos brinda herramientas concretas para poder atender de forma ordenada y eficaz las necesidades de nuestros hijos, identificando y separando las emociones que a veces complican esta labor.
Esto no significa que las emociones no merecen atención. ¡Por supuesto! Pero esto es un trabajo individual que puede y debe manejarse en paralelo. La Crianza en Equipo nos ayuda a adquirir conciencia de que debemos separar ambas áreas de atención, y así dirigir nuestros recursos y esfuerzos más eficientemente.
2. MANTENER EL VÍNCULO NECESARIO CON PAPÁ Y MAMÁ.
Los especialistas en salud mental con frecuencia hacen énfasis en la importancia del vínculo afectivo que deben mantener los niños y adolescentes con sus padres. En ciertas circunstancias es posible que alguno de los padres no esté disponible para ello. Pero en gran parte de los casos, consideramos que es posible involucrar tanto a papá como a mamá en la crianza, para lograr fortalecer estos vínculos.
Es ahí donde entra el trabajo en la Crianza en Equipo. Si dejamos esto a la suerte o iniciativa de cada padre, es probable que la forma de crianza de cada uno sea distinta. Posiblemente choquen en cuanto a objetivos y cómo lograrlos. Hasta ahí llegó el tema, y cada uno maneja su hogar como un barco separado, en forma paralela.
Con el tiempo, es posible que esta fórmula agudice los conflictos, en vez de atenderlos de forma saludable. Cuando los conflictos no son resueltos, aumentan las probabilidades de que los vínculos entre padres e hijos se vean afectados, ya que en definitiva son los mismos padres quienes deciden cuándo, dónde y con qué frecuencia ven a sus hijos.

El clásico ejemplo es que el padre que visita con sus hijos por fin de semana alterno en forma fija, pero que cuando mantiene una “buena relación” con la madre, está disponible para ellos en otros momentos. Así van logrando una dinámica en la cual el padre es parte del día a día de los hijos, en beneficio de éstos. Sin una visión de un trabajo de Crianza en Equipo, este tipo de acuerdos pueden ser frágiles y verse afectados por la falta de comunicación y diferencias entre hombre y mujer – ojo, estas diferencias a veces vienen de temas del pasado y por ello usamos estos términos porque toman prioridad frente al rol de padres.
La Crianza en Equipo no asegura la construcción de vínculos afectivos con los hijos, ya que esa labor corresponde a cada padre como un trabajo constante. Sin embargo, ofrece una metodología para apoyar a los padres en la creación de esquemas que permiten el espacio y tiempo de calidad necesario para poder construir y fortalecer dichos vínculos.
3. APRENDER A TRABAJAR JUNTOS PERO NO REVUELTOS.
Al trabajar en un proceso de Crianza en Equipo, los padres pueden lograr establecer metas, y construir una dinámica de crianza que se ajuste al estilo y posibilidades de cada uno. Para esto cada padre debe comenzar por tomar presencia y manejar sus expectativas. Luego debe enfocarse en cómo estructurar y comunicarlas; y finalmente, buscar fórmulas para dialogar, negociar y resolver conflictos.

Cuando los padres no pueden ni siquiera sentarse en el mismo despacho o habitación, el concepto de una colaboración parece imposible. Sin embargo, a través de la Crianza en Equipo, los padres pueden ir desarrollando un mecanismo para abrir los canales apropiados de comunicación, y para definir roles y responsabilidades.
En equipos de trabajo dentro del ámbito laboral, la realidad es que frecuentemente debemos adaptarnos a distintas personalidades y estilos. Es común que el colaborador o líder exitoso sea aquel que desarrolla un dinamismo y flexibilidad para adaptarse a distintos tipos de equipos, y lograr resultados.
En la Crianza en Equipo, proponemos una fórmula de trabajar con enfoque similar, por encima de las diferencias y emociones que a veces entorpecen nuestra labor como padres, en detrimento de los mejores intereses de nuestros hijos. De esta forma, los padres trabajan en diferenciar sus estilos, para lograr que funcionen en forma coordinada a lo largo del proceso de crianza de sus hijos.
4. ENTENDER CUÁNDO Y CÓMO PODEMOS SOLOS.
Finalmente, la Crianza en Equipo es un proceso que deja sobre la mesa las fortalezas que por naturaleza puede aportar cada padre. Sin embargo, también ofrecen luz a las diferencias que deben atenderse, en algunos casos sobrellevarse y en otros superarse, para lograr objetivos en cada etapa de la crianza de los hijos.
De esta forma, los padres pueden dirigir en forma eficiente sus esfuerzos, recursos, y tiempo. Igualmente, pueden identificar oportunamente aquellos baches en el camino, para cuales requieren un apoyo externo. Un apoyo previsor y preventivo, que puede brindarles el acompañamiento oportuno y guía.

Por ejemplo, a lo largo de la niñez y adolescencia, pueden surgir temas que los padres deben atender en torno a la salud mental de los hijos, finanzas, organización del hogar, y otros similares. También habrá interés en poder prepararse para las siguientes etapas, en forma coordinada y oportuna. El enfoque en una Crianza en Equipo, crea un ambiente propicio para que los padres puedan tener claridad sobre lo que pueden manejar directamente y aquellos temas en los cuales requieren apoyo externo.
La posibilidad de acceder en forma conjunta a recursos externos, conlleva un beneficio económico directo para los padres. Ofrece una vía con menos desgaste emocional y más eficiente.
Anímate a escribirnos hoy a mcplata@planbcoachingpty.com si deseas mayor información sobre alguno nuestros programas individuales o conjuntos para Crianza en Equipo.
Que #TuMejorPlanB comience atreviéndote a hacer las cosas en forma diferente, porque TU ERES DIFERENTE Y TUS HIJOS LO SABEN Y SE LO MERECEN.