Para muchas parejas la aventura de convertirse en padres viene acompañada de episodios oscuros y tristes producto de dificultades en la fertilidad y en ocasiones una o varias pérdidas de embarazos.
El sólo hecho de recibir un diagnóstico de infertilidad nos golpea como un balde de agua fría: aquello que pensábamos tan sencillo, natural y controlable, para nosotros representa un desafío y dificultad. Comienzan los exámenes, inyecciones, medicación y tratamientos que finalmente deben llevarnos a nuestra meta: tener un bebé sano en brazos.
Pero muy pronto, muchas parejas se ven confrontadas con una realidad adicional: la reproducción asistida, en ocasiones, también falla. No encontramos entonces ante la realidad de un tratamiento en que hay una prueba de embarazo positiva, pero cuyo producto (tu bebé) no llega a estar en tus brazos por algún motivo. Otro golpe más.
Dichas pérdidas, sin importar el momento del embarazo en que ocurren, suelen ser realmente devastadoras para una familia debido a todas las ilusiones y esperanzas que se ponen en ese bebé desde que se conoce el resultado positivo de la prueba de embarazo: por más discretamente que se maneje la noticia del mismo, la madre y el padre comienzan a crearse una imagen mental de ese bebé en que colocan todas sus esperanzas y deseos. Tras verse interrumpido ese embarazo, generalmente de forma abrupta, todas esas esperanzas e ilusiones deben interrumpirse de la misma manera, creando una especie de doble duelo para los padres. Por un lado el duelo por la pérdida de ese hijo o hija que ya no estará y por otro lado el duelo por la pérdida de todas esas ilusiones y anhelos.
El duelo por la pérdida de los hijos durante el embarazo es una experiencia que se vive muy en solitario, pues la sociedad nos envía el mensaje de que “de eso no hablamos”, “que como no nació se olvida rápido”, que “ya tendrás otro pronto” ignorando el hecho de que para una mujer o una pareja su hijo EXISTE desde el primer momento que se conoce del embarazo. La sociedad nos lleva a levantarnos rápidamente luego de la pérdida y seguir con nuestras vidas regulares, pero llevando siempre ese rayo de tristeza y de ilusiones rotas en nuestro corazón.
Pero mucho de esto cambia cuando conocemos la noticia de que hay un nuevo embarazo…a veces muy buscado y estudiado, otras veces casi sucede sin pensarlo demasiado, pero ¡Qué emoción y alegría nos vuelve a traer! Acompañando a esa alegría y emoción también pueden venir de la mano otras emociones que conectan directamente con la experiencia de pérdida anterior: miedo, ansiedad, tristeza al recordar al hijo que no llegó, culpa por tener un nuevo motivo de felicidad cuando también se sufre por la pérdida anterior. Todo este cúmulo de emociones son esperables y normales para una familia que se recupera de una pérdida y cuenta con la ilusión de recibir nuevamente un hijo, y es saludable convivir con todas ellas y darse la oportunidad de sentirlas y expresarlas de forma abierta.
A ese nuevo bebé, se le llama “bebé arcoíris”, ya que viene a teñir de color y felicidad la vida de una familia que posiblemente estuvo pasando por una época gris por su pérdida pero que ahora despierta a nuevas ilusiones y a una nueva esperanza.
Es importante destacar que este nuevo bebé no “reemplaza” al hermanito que no nació, no ocupa el lugar de otro, pues los hijos son únicos e irremplazables; cada uno debe contar con su individualidad y espacio dentro de la historia de la familia.
Si eres una de esas mamás que en este momento está en espera de su bebé arcoíris, o que ya tiene en brazos al suyo, es importante que sepas que ¡todas las emociones que estás viviendo son aceptables, son reales e importantes! Date permiso de sentir, de vivir y de agradecer a la vida el haber podido recibir esta pequeña bendición que vino para traer esa tan necesitada alegría a tu hogar y para recordarte que todas las heridas sanan con tiempo, amor y cuidados. La memoria de tu bebé estrella siempre permanecerá contigo y tu familia, pero tu bebé arcoíris será la prueba palpable de que la esperanza y el no darse por vencido traen su recompensa.